domingo, 18 de mayo de 2025

El Jardín de la Bruja


Mi hija desapareció.

Era pequeña, de unos cinco años. Tenía el cabello rubio, largo, liso; su piel, tan pálida, que el sol le dejaba marcas al instante, y su preciosa carita se sonrojaba con una facilidad conmovedora. Sus ojos eran de un verde esmeralda, limpios, hondos, inocentes. La amaba con una intensidad que ninguna palabra alcanza a abarcar.


La busqué desde el primer instante en que se desvaneció, con la desesperación de quien ya no tiene más que perder, salvo el último jirón de su alma, atrapada en un tormento interminable. Recorrí cada calle, cada rincón del pueblo helado, donde las casas eran tan frías como la nieve que las cubría. El tiempo se volvió prisión, y cada minuto era un aguijón. Respirar dolía.


Entonces me llamó Donato. Dijo que sabía dónde estaba. Que no avisara a la policía. —La mujer que la tiene no es de este mundo —susurró con voz temblorosa—. Es antigua. Es oscuridad. Prometió venir a buscarme, pero su tono era hueco, como si escondiera algo. Algo sucio. Algo que ya sabía.

No hubo espera. El miedo me abrió paso, la intuición me devoró los pies. Caminé solo hacia la boca del abismo.

La casa estaba a las afueras, donde ni los cuervos se posaban. Un caserón agrietado, de madera oscura, devorado por el moho y los años. Su arquitectura recordaba a los hogares ingleses del siglo muerto y maldito. Un jardín indómito lo rodeaba, poblado de maleza que se enroscaba como víboras. El aire hedía a madera húmeda… y a algo más: algo rancio, pútrido, ancestral.

Allí vivía ella.


Una figura de mujer, anclada en los restos de la vejez. La cabellera negra le fluía como una sombra viscosa. En su rostro, inexpresivo como un ídolo maldito, se dibujaban arrugas que no envejecen: se abrían como heridas antiguas, como runas talladas por el gemido de los condenados. Pero nada era tan perturbador como su mirada: vacía y a la vez llena de un veneno invisible, cargada de una maldad sin forma, antigua como la sombra misma.


No me habló. Para ella yo no era ni enemigo ni huésped. Era un trapo abandonado. Fui atrapado sin saber por quién: eran siluetas, figuras de humo. Alguien sopló sobre mi rostro un polvo que entró como un enjambre de avispas en mis pulmones. No me mataron. Me vaciaron. Me dejaron consciente, pero mudo, sin voluntad ni impulso.

Y mientras yo me transformaba en un espantajo de carne, la bruja vendía a mi hija.

Sentí retorcerse mi alma, como si un nudo oscuro se apretara desde dentro. Vi al hombre: traje caro, voz fría, manos sin alma. Preguntó si la niña tenía algún problema. Ella mintió. —Solo un poco de asma —dijo sonriendo con crueldad. Le entregó también el frasco de "medicina". Pero no era medicina. Era el veneno que me anuló. Una pócima para borrar su voluntad, para doblegarla, para hacerla desaparecer sin dejar más rastro que un cuerpo.

Una niña viva. Una mente silenciada. La vendió así. Como si fuese un muñeco.

Yo... solo podía mirar. Llorar por dentro. Quedé prisionero en esa casa, sin barrotes ni cadenas. Me asignaron al jardín. Arrancaba una y otra vez aquellas hierbas altas, afiladas, que se resistían como si también estuvieran vivas. Día tras día, inmerso en ese infierno verde. Ella no decía nada. Solo me observaba con esa media sonrisa podrida. Las palabras ya no eran necesarias. Yo ya no era humano.

No sé cuánto tiempo ha pasado. El cielo ya no me guía. Solo sé que ella se fue.

Y yo sigo aquí.

Hundido en esta tierra que se alimenta de obediencia. Con cada raíz que arranco, algo cruje en mi pecho. A veces, cuando el sol muere tras las montañas y el jardín respira sombra, lo presiento:

Tal vez, cuando se retuercen nuevas hierbas, otra alma ha sido sembrada. Otra sentencia ha comenzado.

Quién sabe. Quizás este jardín florece con almas robadas.

El jardín sigue creciendo.

Y de vez en cuando, escucho la voz de Donato al otro lado de la verja oxidada. Trae a otro padre.







4 comentarios:

  1. Ramon Alamo - Radiomanchego19 de mayo de 2025, 1:22

    Aunque el género de terror no suele ser de mis favoritos, reconozco que tu relato me ha gustado muchísimo.
    Enhorabuena Leonardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué bonito leer eso! Me alegra especialmente que hayas disfrutado el relato, incluso sin ser fan del género. Significa mucho para mí.
      Gracias de corazón por darme una oportunidad y por tus palabras tan generosas.
      ¡Un abrazo grande!

      Eliminar
  2. Tan bueno como siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Me alegra mucho que sigas disfrutando de mis relatos. Comentarios como el tuyo me animan a seguir escribiendo.

      Eliminar