viernes, 16 de marzo de 2012

Relato corto: SOC-CH EVa. Transmigración cuántica



Relato corto: SOC-CH EVA. Transmigración cuántica


Deja que se ramifiquen mis palabras en tu sentido de la vista, pues así como algunas plantas ocultan secretos, mis frases dejarán las raíces de algunos de ellos en el complejo eléctrico que denomináis alma. La ingenuidad del ser humano no conoce fin, más que el de su propia consciencia.

Allí estaba yo, clavando una y otra vez mis enclenques pies, con ánimo de superioridad ante las plantas heladas y ansiosas por los rayos de un sol invernal brotando suavemente desde la colina. Mi lamento solitario, fruto del esfuerzo que conllevaba el proyecto de botánica, desembocaba en patadas indiscriminadas a todo lo que me rodeaba. Debía identificar las plantas a mi alrededor para, posteriormente, exponer sus características y su potencial para la medicina.

Sé que mi furia mañanera no era más que la impotencia de no asimilar que el ser humano solo está de paso en esta efímera vida, y que un tumor maligno podía resquebrajar cualquier vida, incluso la de mi hermanita de ocho años. Como futura científica que deseaba especializarse en física, debía ser sistemática, observadora, recolectora de datos que desembocaran en experimentos para una hipótesis válida. Pero, “¿De qué me servirán mis conocimientos?”, gritaba en medio de aquel paraje testigo mudo. En voz baja, junto al rodar de mis lágrimas, sollozaba: “¿De qué servirán mis esfuerzos? ¡Si todos los conocimientos los cambiaría por la salud de mi hermana!”

Tras mis lamentaciones, levanté la mirada. Ante mí se revelaba un extraño bonsái rodeado de comunes plantas.
—¿Qué haces aquí?— dije en voz desafiante al testigo improvisado, que era en parte de la naturaleza y en parte del ser humano.
No contenta con todo ello, le volví a replicar desquiciada:
—¡Maldita insignificante planta, capricho del aburrimiento humano, si mi hermana no tiene salud, qué derecho tienes tú!

Embargada por una furia desmedida y casi cogiendo carrerilla, me dispuse a plantar mi suela embarrada sobre aquella indefensa planta. Justo antes de culminar mi acto más impulsivo, mi equilibrio pasó al olvido por el grito de una pregunta que surgió en mi reflexión, desde lo más bajo que pude caer, gracias a mi traspié.
—¿Por qué?— Con mi absurdo golpe y desde el suelo, aún resonaba esa pregunta, que tuvo su origen en una desconocida niña, que no perdía su sonrisa inocente.
—¿Quién eres, niña? ¿Plantaste tú ese bonsái? Si es así, te pido disculpas por mi ataque de ira y el haber intentado pisarlo.
Me creía conmocionada por el golpe, pero qué absurda fui, pues más desorientada quedé con la respuesta que esbozaba sonriente la extraña cría.

—Soy el bonsái.
—¿Cómo el bonsái? ¿Acaso te ríes de mí? El bonsái está junto a ti, no eres una ridícula planta. Ahora quien reía era yo, aunque en mi interior cuestionaba mi cordura por todo lo que me acontecía.
—No estoy al lado del bonsái. Lo que ves al lado del bonsái es una imagen holográfica, producto de una avanzadísima nanotecnología aplicada al aspecto audiovisual. La imagen es proyectada en nanopartículas imperceptibles a tus ojos y el sonido unidireccional procede de mi bio-estructura, a la que denominamos bonsái.

Todo debía venir del golpe que me acababa de dar. Me decía incrédula ante tal disparatada circunstancia. ¿Cómo iba a poder hablar una niña de apenas nueve años de tal forma?
Me armé de valor para afrontar el límite de lo que pensaba era un estado de locura transitoria. Así que, ni corta ni perezosa, volví a preguntar a este desconcertante ente.
—¿Eres tecnología que proviene del futuro? ¿Cómo hallasteis la manera de viajar en el tiempo? ¿A qué te refieres cuando hablas de un meta-soporte orgánico cuántico?
Arrojé aquellas cuestiones y comencé a darme cuenta de que uno de mis pies empezó a temblar ligeramente. El nerviosismo se estaba apoderando poco a poco de mí por la expectación.
—Así es, soy del futuro. La humanidad conocerá los desplazamientos en la cuarta dimensión, es decir, los viajes en el tiempo. Todo gracias al ENADCG (Estabilizador de Nano Agujeros Negros de Condrigraf). El condigraf es un metamaterial proveniente de la suma molecular de las condritas y el grafeno. Dicha máquina del tiempo generará y estabilizará nano agujeros negros, debido a la súper compresión de macromoléculas de condigraf hasta llegar al radio de Schwarzschild. Una vez estabilizado el portal, se genera un puente de Einstein-Rosen desde el ENADCG hasta el punto de cuatro coordenadas que marquemos, gracias al muestreo de trayectorias vectoriales de partículas de neutrinos.
Espero haberte resuelto las dudas sobre mi procedencia y la técnica usada. Ahora, adentrémonos en tu tercera pregunta:
Un meta-soporte orgánico cuántico no es más que un organismo vivo, creado artificialmente por materiales que no se hallan en la naturaleza. Compuesto tanto de células vivas como de trillones y trillones de nanorobots que permiten modificar la estructura para una mejor adaptación al medio ambiente.
La función del MSOC-CH es soportar o almacenar información de la estructura de una red de conexiones neuronales procedente de otro ente. El término cuántico se acuña por la forma en que se procesa toda la información. A diferencia de los sistemas informáticos de la época en la que nos encontramos, el MSOC-CH trabaja con dos estados a la vez. Los ordenadores digitales trabajan con un solo estado que puede definirse como uno o cero. El MSOC-CH logra almacenar o extraer información que puede ser el estado uno y cero a la vez.
Todo es consecuencia de que a niveles nanoscópicos la materia se comporta de forma diferente. Lo que te he explicado podrás entenderlo mejor cuando estudies la paradoja del gato de Schrödinger, la cual tiene como resultado dos estados simultáneos, un gato que vive y a la vez está muerto. Pero aún no es momento de que entiendas tan complejo mecanismo.
Adelante, pregúntame todo lo que desees saber.

Me había sido imposible interrumpir lo que estaba diciendo. Aquel minúsculo temblor de mi pierna izquierda, para cuando terminó de hablar, se había apoderado de mi cuerpo. Aquello verdaderamente estaba ocurriendo. No sentía ni frío ni calor, solo inquietud por saber más y más.
Guardamos varios segundos de silencio y, mientras tanto, me percaté de que no sabía si quien me hablaba tenía algún nombre, así que se lo pregunté.
—¿Cómo te llamas?
Su sonrisa se desvaneció tan rápido como la brisa alcanzaba mi cara. Ahora, con gesto más serio y transmitiendo absoluta serenidad, dijo:
—Me llamo Eva.

Mi corazón se zarandeó fuertemente en el pecho, y los latidos sonaban como tambores de guerra. La mente, sacudida por el estremecimiento de mi cuerpo, sabía que había algo más, algo extraño que aún no comprendía.
La voz, entrecortada, escapaba entre la comisura de mis labios:
—Eva, ¿Qué significan las siglas del modelo CH?
—Quiere decir Conciencia Humana. El MSOC-CH está destinado para el almacenamiento de la consciencia humana y hacerla, de esta manera, prácticamente inmortal.

Volví a preguntar, reforzando mis ánimos:
—Eva, ¿Eres la consciencia de una persona? ¿Qué edad tienes?
—Sí, soy la consciencia o, como algunos denominan, el alma de una persona. Soy tu hermana Eva y tengo tu edad, Patricia. Tras varias generaciones, un familiar nuestro viajó en el tiempo para, en mi último suspiro de vida, capturar mi consciencia.
Estoy aquí para anunciarte que mañana se apagará mi forma mortal, pero que resurgiré gracias a tus estudios en el campo de la física teórica. En el futuro se dirá una frase basada en tus teorías: ‘El universo es un bonsái que cuidan y miman los seres de la cuarta dimensión.’
Siempre estaré junto a ti, te quiero.

La figura de la niña junto a aquel bonsái se desvaneció al finalizar aquella frase. Nadie pudo evitar el fallecimiento de mi hermana al día siguiente, pero desde entonces la siento conmigo.
Veinte años después, mis teorías en astrofísica describen la forma del universo como una figura arboleada, que está interconectada por los filamentos de energía que detalla la teoría “M”. Las ramas son el origen de universos paralelos, generados por los viajes en el tiempo, al igual que sus raíces.
Algunas plantas ocultan secretos… Tal vez el bonsái de nuestro universo conozca su fin en el comienzo de su propia consciencia.

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