Informe actualizado. Publicado el 07 de Mayo de 2025
El 28 de abril de 2025 será recordado como uno de esos días
en los que la tecnología, que tantas veces damos por sentada, nos recuerda su
fragilidad. Eran las 16:37 cuando, sin previo aviso, buena parte de España y
Portugal se sumieron en un silencio eléctrico abrupto. Las luces se apagaron.
Los electrodomésticos callaron. Las calles quedaron momentáneamente detenidas,
como si alguien hubiera pulsado el botón de “pausa”.
¿Qué ocurrió exactamente? ¿Un sabotaje? ¿Un ciberataque? ¿Un
fallo en cascada? Desde entonces, muchas preguntas flotan en el aire. Vamos a
despejar, con datos y algo de claridad, lo que sabemos hasta ahora.
Un descenso brusco e inesperado
En apenas cinco segundos, el sistema eléctrico ibérico
perdió 15 gigavatios de energía: más del 60% de la generación habitual. Esta
caída no fue progresiva, sino abrupta, como si una gran parte de las máquinas
generadoras se apagaran a la vez. La frecuencia eléctrica —una especie de
“pulso” que mantiene en equilibrio todo el sistema— cayó por debajo del umbral
crítico de 49 Hz. Y cuando eso sucede, el sistema reacciona por sí mismo:
comienza a desconectar partes de la red para evitar males mayores.
¿Un ciberataque?
Es la pregunta que muchos se hicieron. En un mundo tan
interconectado, no es descabellado pensar en un ataque digital que apague un
país. Pero la respuesta, de momento, es clara: no.
Tanto el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) como
el Centro Criptológico Nacional y Red Eléctrica han revisado los registros y no
han encontrado rastros de intrusión, sabotaje digital ni manipulaciones desde
el exterior. Es decir: el apagón no fue provocado.
Una tormenta perfecta de fallos
Todo apunta a una concatenación de eventos técnicos dentro
del propio sistema. No hubo una sola causa, sino varias piezas que encajaron
mal en un momento muy concreto.
Podría haberse tratado de un fallo múltiple en plantas de
generación —quizá por mantenimiento, sobrecarga o falta de respuesta ante una
incidencia inicial—, pero aún no hay informe técnico definitivo. Lo que está
claro es que la pérdida fue tan rápida y masiva que los sistemas automáticos de
estabilización no pudieron reaccionar a tiempo.
¿Qué se está haciendo?
Desde el mismo día del suceso, hay tres frentes trabajando
para entender qué ocurrió y cómo evitar que se repita:
El Gobierno ha creado una comisión técnica especializada.
La red europea de operadores eléctricos (ENTSO-E) está
analizando todos los datos para publicar un informe completo.
El Congreso ha citado a la ministra de Energía, Sara
Aagesen, para que dé explicaciones el próximo 14 de mayo. Además, se baraja
abrir una comisión de investigación.
También se ha activado un plan de refuerzo de ciberseguridad y de revisión de los sistemas de respuesta ante emergencias eléctricas.
Reflexión final
Este apagón no fue un ataque. No fue una catástrofe natural.
Fue, más bien, un recordatorio de lo compleja que es la red eléctrica que
sostiene nuestras vidas modernas. Un ecosistema de alta precisión donde
millones de variables deben estar en perfecto equilibrio.
Y aunque el sistema reaccionó y evitó consecuencias peores,
la magnitud de lo ocurrido nos obliga a repensar y reforzar la arquitectura
eléctrica que nos sostiene. Porque lo verdaderamente moderno no es que nunca
falle, sino que sepamos aprender cada vez que lo hace.
Fuentes de comunicación:
1. Red Eléctrica de España (REE) – Reportes oficiales sobre el apagón y las investigaciones realizadas sobre la causa técnica del incidente.
2. Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) – Informes sobre la revisión de posibles ciberataques y la ciberseguridad en infraestructuras críticas.
3. Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (España) – Declaraciones de autoridades y la creación de una comisión técnica para investigar el incidente.
4. Comisión Europea (ENTSO-E) – Involucramiento en la coordinación de las investigaciones sobre fallos en redes interconectadas.
5. Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) – Desmentido de cualquier fenómeno meteorológico extremo relacionado con el apagón.
6. Medios de comunicación nacionales (El País, ABC, El Mundo, RTVE) – Reportajes, declaraciones y análisis relacionados con el apagón y sus repercusiones.
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Publicado el 30 de abril de 2025
28 de mayo de 2025. Europa, acostumbrada a la rutina luminosa de sus ciudades y a la constancia invisible de su red eléctrica, se vio de repente envuelta en un silencio oscuro. Como si alguien hubiese desenchufado el continente, España entera, Portugal y parte del sur de Francia quedaron a oscuras. Lo que parecía un fallo técnico se convirtió en un espejo: uno que reflejaba la fragilidad de una civilización sostenida por electrones.
La desconexión inicial: un dominó invisible.
Según Red Eléctrica de España (REE), todo comenzó con la desconexión inesperada de varias líneas de interconexión con Francia. Fue una fractura silenciosa, pero devastadora: una sobrecarga posterior generó una reacción en cadena, y los sistemas automatizados, diseñados para proteger, decidieron desconectarse para evitar un colapso mayor. El resultado fue el caos eléctrico.
Comunidades enteras —Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid y el País Vasco— cayeron en una oscuridad total. Portugal, con el 80 % de su red fuera de servicio, pareció retroceder décadas en minutos. Incluso regiones del sur de Francia, como Occitania y Provenza-Alpes-Costa Azul, vivieron interrupciones que trastocaron su cotidianidad.
¿Un fallo técnico o un acto calculado?
Los ingenieros hablan de fallos. Los analistas, de señales. Y los ciudadanos, de miedo. Porque la duración del apagón, su extensión, y la sincronía con la que se desmoronaron sistemas distintos ha dado alas a otra hipótesis: el sabotaje.
Sistemas SCADA —el corazón digital de la red eléctrica— podrían haber sido manipulados. En un contexto global marcado por tensiones geopolíticas y ciberataques encubiertos, las guerras ya no solo se libran con bombas, sino con pulsaciones de teclado y líneas de código. Europa, en ese amanecer sin luces, se convirtió quizás en campo de pruebas de una guerra silenciosa.
Las sombras del apagón: vulnerabilidad humana.
En esa noche forzada, el enemigo no era solo la oscuridad, sino lo que dependía de la luz. Personas con respiradores asistidos, bombas de infusión, y sistemas que mantenían la vida en marcha vieron cómo el tiempo se les agotaba, batería a batería. En domicilios convertidos en hospitales, las manos humanas intentaron sustituir a las máquinas. Y no siempre lo lograron.
Fallecimientos confirmados:
Ourense (Galicia): Tres miembros de una familia —un matrimonio de 81 y 77 años y su hijo de 56— murieron por inhalación de monóxido al usar un generador defectuoso.
Madrid: Una mujer de 56 años falleció tras un incendio en Carabanchel, provocado por una vela encendida durante el apagón.
Valencia: Una mujer dependiente de una máquina de oxígeno murió al agotarse la batería de su equipo.
El día que Europa retrocedió un siglo.
Las estaciones de servicio cerraron al vaciarse sus tanques y apagarse sus surtidores. Los trenes, detenidos en mitad de trayectos, se convirtieron en cápsulas de espera. En las carreteras, miles quedaron varados mientras el combustible se agotaba. Las comunicaciones fallaron, los móviles murieron, y el silencio ganó las calles.
En algunas zonas, la desesperación se impuso: se registraron saqueos puntuales en gasolineras y supermercados de Andalucía y Cataluña. Las fuerzas del orden actuaron con rapidez, pero no pudieron contener del todo el pulso del miedo colectivo.
Histeria, desabastecimiento y el mercado de la supervivencia.
En las horas siguientes, una fiebre irracional recorrió tiendas y comercios. En menos de 12 horas, los supermercados fueron desbordados. Las estanterías de agua embotellada, velas, baterías, y alimentos enlatados quedaron vacías. En grandes ciudades y pueblos pequeños, la escena se repitió como un reflejo programado.
En plataformas de venta online, los precios de hornillas de camping, linternas, campingas y baterías solares se multiplicaron por cinco. Se vivió un colapso logístico silencioso, alimentado por el miedo a la oscuridad prolongada.
Consecuencias económicas: cuando todo se detiene.
El apagón provocó pérdidas económicas estimadas en más de 1.800 millones de euros. Empresas sin capacidad operativa, fábricas detenidas, bancos con sistemas caídos, y transacciones electrónicas congeladas. Fue como si la economía pulsara un botón de pausa... y nadie supiera cómo volver a darle al play.
Reflexión final: una advertencia envuelta en sombras
Lo ocurrido el 28 de mayo no fue solo un fallo técnico. Fue una grieta en la ilusión de invulnerabilidad que sostiene nuestra sociedad moderna. En esa oscuridad prolongada, muchos vieron la verdad incómoda: que no estamos preparados. Que la energía no solo enciende bombillas, sino que sostiene vidas, economías, órdenes sociales.
Este apagón fue, quizás, un ensayo general del colapso. Y la lección más urgente no es solo técnica: es política, social y cultural. Porque en la era de la digitalización, la luz no es solo una comodidad. Es la delgada línea que separa la civilización del caos.
Las tecnologías de guerra moderna capaces de provocar apagones masivos, como el ocurrido en España y Portugal en abril de 2025, se enmarcan principalmente en el ámbito de la ciberguerra. Estas técnicas buscan vulnerar infraestructuras críticas mediante ataques informáticos sofisticados.
Principales tecnologías y tácticas empleadas
1. Inyección de malware en sistemas SCADA
Los sistemas SCADA (Supervisory Control and Data Acquisition) son esenciales para la supervisión y control de infraestructuras eléctricas. Ataques como el de Ucrania en 2015 y 2016, atribuidos a grupos prorrusos, utilizaron malware para desactivar subestaciones eléctricas, dejando a millones sin suministro.
2. Explotación de vulnerabilidades en software obsoleto
Muchas infraestructuras críticas operan con software antiguo, lo que las hace susceptibles a ataques que aprovechan fallos de seguridad no corregidos.
3. Ataques de denegación de servicio (DDoS)
Estos ataques buscan saturar los sistemas con tráfico excesivo, impidiendo su funcionamiento normal. Si se dirigen a componentes clave de la red eléctrica, pueden provocar interrupciones significativas.
4. Manipulación de parámetros operativos
Acceder a sistemas de control permite alterar configuraciones críticas, como frecuencias o voltajes, desencadenando fallos en cascada que pueden colapsar la red eléctrica.
Contexto del apagón de 2025
Aunque Red Eléctrica de España descartó inicialmente un ciberataque como causa del apagón, el Gobierno español ha mantenido abierta la posibilidad de que se tratara de un sabotaje o ataque informático. La Audiencia Nacional ha declarado el secreto de sumario en la investigación para esclarecer los hechos.
Además, grupos de cibercriminales prorrusos, como Dark Storm Team y NoName057, reivindicaron en redes sociales su implicación en el apagón, aunque las autoridades aún no han confirmado estas afirmaciones.
Estos eventos subrayan la creciente amenaza que representan las tecnologías de guerra moderna en el ámbito cibernético, especialmente cuando se dirigen contra infraestructuras críticas como las redes eléctricas.
Fuentes consultadas:
Red Eléctrica de España (REE)
El País, RTVE, Público, ABC
Agencia EFE, Diario de Noticias
Comisión Europea, Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC)
Sombras tras el apagón: un silencio que no aclara
Aún resuena en la memoria colectiva el temblor de aquella noche sin luz, como si el pulso de la península se hubiera detenido por un instante. La versión oficial habla de un fallo técnico, una concatenación de errores eléctricos. Pero en los márgenes de esa explicación clara y racional, brota otra narrativa, más turbia, como la ceniza que queda tras una vela consumida.
Desde Moncloa, se ha ordenado silencio. Un sumario rodea la línea que separa la electricidad de las intenciones ocultas. Y es que, aunque Red Eléctrica haya declarado no haber hallado evidencias de interferencia externa, el Gobierno ha constituido dos grupos de investigación paralelos: uno para examinar los engranajes técnicos... y otro, en la penumbra, para rastrear las posibles huellas de un ciberataque.
El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) trabaja con discreción. Ni confirma ni desmiente. Algunos informes preliminares no han sido desclasificados. Y mientras tanto, la ciudadanía, que volvió a encender sus lámparas y cargar sus móviles, vive sin saber si aquella oscuridad fue un accidente... o una advertencia.
Hay secretos que se entienden mejor a la luz de una linterna. Pero este, por ahora, sigue guardado bajo el sello oficial de investigación reservada.
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